Podemos tener “aliados” y “antagonistas”.
Hacer una lista (muy privada, rodeando el cuaderno con el brazo y escribiendo con la cabeza agachada). Tendremos dos columnas, una de “aliados/ amigos/ mis amores /fanas desquiciados…”, como quieran llamarla, y otra de “antagonistas/ ufh… / plomos… /competidores…“, como quieran llamarlos, también.
A veces son personas con quienes nos toca convivir, compartir espacios.
Otras veces fueron personas de mucho peso en un momento de la vida que ya pasó, pero su mirada sigue contando.
En otros casos son personas que conocimos, quizás al pasar, un niño, alguien del público, y en la soledad de la creación regresan y, no sabemos por qué, pero creamos dirigiéndonos a ellos.
En cualquier caso, no son personas que nos resultan indiferentes. Por el contrario, su opinión sobre nosotros nos pesa, nos importa, queremos conquistarlas o cambiarlas, nos desaniman o nos entusiasman.
© Luis Pescetti
Hacer una lista de escenarios o situaciones de todo tipo: un lugar que nos gusta y donde nos sentimos bien, una situación en la que queremos obtener algo, un escenario en el que tenemos miedo.
Para cada escenario, imaginar quiénes son nuestros antagonistas: quiénes nos hacen las cosas más difíciles, quiénes intentan evitar lo que estamos haciendo, quiénes nos complican el panorama.
Pueden ser desconocidos, por ejemplo: el empleado gritón que nos atiende en la ruidosa y abarrotada oficina de correos.
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Hacer una lista de “aliados”, gente con la que nos sentimos cómoda, amigos, compañeros. ¿Con quiénes sentimos que podemos contar si necesitamos consejo, compañía, o salir de aventuras?
Wassily Kandinsky , "Painting with Green Center".[/caption]