Los niños vistos como inmigrantes

Frédéric Bazille, «Young Woman with Peonies».

«La mayor parte de los que han escrito sobre los afectos y la norma de vida de los hombres, no parecen tratar sobre cosas naturales, que siguen las leyes comunes de la naturaleza, sino sobre cosas que están fuera de la naturaleza. Más aun, parecen concebir al hombre en la naturaleza como un imperio dentro de un imperio, puesto que creen que el hombre, más que seguir el orden de la naturaleza, lo perturba, y que tiene un poder absoluto sobre sus acciones, y sólo por sí mismo y no por otra cosa es determinado. La causa de la impotencia e inconstancia la atribuyen, además, no al poder común de la naturaleza, sino a no sé qué vicio de la naturaleza humana, a la que por eso mismo lloran, ridiculizan y desprecian, o, como es más frecuente, detestan; y el que ha aprendido a denostar con más elocuencia o argucia la impotencia del alma humana, es tenido por divino.No han faltado sin duda hombres egregios (a cuyo esfuerzo y habilidad confesamos deber mucho) que han escrito muchas cosas excelentes sobre la recta norma de vida y han dado a los mortales consejos llenos de prudencia. Pero nadie, que yo sepa, ha determinado la naturaleza y las fuerzas de los afectos y qué pueda, en cambio, el alma en orden a moderarlos”.
(Prólogo del libro III de la Ética, Spinoza, recordado gracias a Hernán García, investigador del Conicet, Argentina)

 

¿En qué se parecen los niños a los inmigrantes?

Comparación con los inmigrantes:

 

a) Necesidad de ser eficaces en el mundo.

b) Tensión entre asimilación (ser aceptados o invisibles) y resistencia.

c) Se espera de ellos que sean “ciudadanos ideales” y se les enseña normas ideales. Pero ellos, por su misma posición, son sobre todo observadores  muy atentos de cómo funcionan realmente las cosas.

d) A veces prefieren ser invisibles (no llamar la atención sobre sí mismos).

 

Los niños son inmigrantes, no en el espacio: en el tiempo.

Niños y jóvenes son inmigrantes en un mundo en el que los adultos somos ciudadanos.

 

Podemos estar completamente seguros de que, niños e inmigrantes:

 

– No quieren equivocarse, odian hacerlo.

– No quisieran ser los más lentos.

– Si pudieran caerte bien, sin traicionarse, les encantaría.

– Si pudieran ser aceptados por todo el grupo, les encantaría.

– Si vos, maestro, fueras su ídolo… te encantaría.

– Si todos los días fueran buenos, nos encantaría.

– Si lograran que los quieras, les encantaría.

– Si lograras que te quieran, te encantaría.

 

Si nos pensamos como inmigrantes, los chicos esperan…

 

… lo mismo que nosotros pediríamos a quien nos introduce a su país:

que seamos coherentes;

que no mintamos;

que realmente creamos, que nos guste lo que hacemos;

que sepamos más, pero sobre cosas importantes;

que no nos burlemos;

que los defendamos ante una injusticia;

que no pretendamos que todo es perfecto, pero que tampoco transmitamos desencanto;

que seamos eficaces en el mundo;

que tengamos paciencia con sus errores, pero que no dejemos pasar todo;

que no creamos que se tragarán cualquier sapo;

que no seamos hiperexigentes, pero que tampoco aplaudamos cualquier cosa;

que seamos personas y los tratemos como personas;

y, por favor, que seamos todo lo divertidos que sea posible.

 

No des un sermón a la ley de gravedad

 

Quien se plantee cómo comunicar a un niño, imagínese que lo hace a un inmigrante.

No lo planteamos en términos éticos, de valores, sino técnicos, en cuanto a eficacia de la comunicación.

A nadie se le ocurriría hacerle un sermón a la ley de gravedad, no le hagamos uno a la naturaleza humana.

 

– Los niños, como los inmigrantes, necesitan ser eficaces en el nuevo mundo: no tener reglas superfluas o inútiles.

 

– Tienen sentimientos de ambivalencia:

* gratitud hace ese nuevo mundo del que dependen

* y añoranza con el mundo dejado (que a veces se traduce como enojo o rebeldía con ese nuevo mundo al que todavía no pertenecen).

 

Quien se dirige a los niños y no tiene en cuenta esta realidad humana

le hace un sermón a la ley de gravedad,

trabaja sobre un ideal (de sí mismo, de autoridad),

hará fracasar la respuesta a su mensaje,

obtendrá rebeldía.

 

En esta época donde el entretenimiento es una industria tan desarrollada, y la televisión está siendo desplazada por internet, y las narraciones audiovisuales son cada vez más atractivas, elaboradas y su producción es cada vez más descentralizada (individual), es ingenuo si pensamos solo en valores pero no en estrategias para comunicarnos.

 

Niños e inmigrantes son espectadores muy entrenados en lecturas de lenguajes, ediciones cada vez más rápidas y complejas. Su día a día depende de estar muy atentos a códigos y signos explícitos o no.

© Luis Pescetti