Recurso narrativo: Condensación

Cuando en un reportaje me preguntan quién es Natacha, suelo responder: ella es en un día lo que cualquier niño es en un mes.

 

Una  concentración es de lo que se trata este recurso, juntar, amontonar, ¿qué? Tiempo, experiencias, anécdotas, características personales, lo que sea.

 

1) Características, atributos o experiencias: lo que podría sucederle a muchas personas… que le pase a una.

 

2) En el tiempo: lo que podría ocurrir en dos años… que ocurra en una semana. Lo que nos pedían que hagamos en una semana…  debemos resolverlo hoy.

 

1) Características o experiencias

 

Un escritor amigo me regaló su última novela. Cuando le pregunté si era autobiográfica me contestó:

 

—Todas esas cosas ocurrieron, unas a un tío, otras a un bisabuelo, a un abuelo, a mi viejo, mi familia tuvo vida de película, y lo que hice fue juntar las anécdotas como si las hubiera vivido el mismo personaje.

 

En el caso de las historias de Natacha tomo anécdotas que veo en hijos de amigos, niños de la escuela. Cargo mis reservas, y un día, en lugar de narrarlas en diferentes cuentos, Natacha es la protagonista de todas. Los líos que hacen los niños de diferentes familias, a lo largo de… un año, pongamos, de pronto los protagonizan Natacha y Pati, y en un día o una semana.

 

La sola concentración de hechos se vuelve graciosa. Pero a la vez es realista en algo, expresa muy fielmente cómo los padres viven a sus hijos, o cómo los niños se sienten de “lieros” (orgullosa y triunfalmente).

 

A veces uno pasó un día abrumado, cargado de cosas para resolver pero, si quieren contar lo que vivió y transmitir a los demás cómo se sintió, podría encontrarse con que los hechos reales “son demasiado normales”, insuficientes para expresar la carga vivida, entonces agrega hechos, y logra el efecto: “No sabés, como arquero con cinco penales” “Me pasé el día jugando simultáneas de tenis”. Lo entendemos, todos nos sentimos así.

 

2) Condensación temporal: aceleración (los acontecimientos se precipitan)

 

* Las cosas que ocurrían en determinado tiempo… ocurren en mucho menos tiempo

* El tiempo que teníamos para hacer algo, se hace cada vez menor

* Nos apuran

 

Es un recurso humorístico muy usado en las viejas películas del cine mudo, Chaplin, Buster Keaton, y también Woody Allen. Una persona trabaja en una cadena de producción que funciona a cierta velocidad, algo pasa: la máquina se acelera de a poco, o él se atrasa en un par de objetos, y lo que debía tener un ritmo armónico… se trastoca y se arma lío.

 

Imagínense a un actor que hace de albañil, debe recibir ladrillos y pasarlos. De pronto le empiezan a lanzar los ladrillos más rápido, comenzará él mismo a tirarlos con más descuido, se le caerán, los atajará con las manos o con lo que pueda, o le darán en la cabeza.

 

Todo porque un proceso se aceleró.

 

Eso mismo podemos hacerlo como juego de teatro o de escritura, tomamos un proceso y lo aceleramos

 

El ciclo de la lluvia por ejemplo:

 

A las siete de la mañana llovía cuando a las siete y seis se despejó de golpe, el sol apareció entre las nubes evaporando los charcos en cosa de segundos. El vapor ascendía rápidamente cerrando los huecos de las nubes con nubarrones oscuros y cargados. A las siete y media volvió a llover. Hasta las siete cuarenta, que se descargaron las nubes…

 

Puede ser cualquier cosa que tenga un ciclo o transcurra en el tiempo. Como la canción Corriente Alterna de Leo Masliah, en la que un hombre relata perplejo las idas y vueltas de la mujer que ama:

No sé por qué te fuiste ni por qué después,
al poco tiempo, te dio por volver.
No sé por qué, no sé por qué
tomaste aquella triste decisión
de abandonarme, cuál fue la razón
de tu regreso y qué pasó.

 

Y al otro día te volviste a ir,
no me diste ni tiempo de decir,
de preguntarte si esa vez
regresarías como la anterior,
o si te ibas en busca de amor
y, si fue así, supongo que…

 

( … )

 

Por eso me alegré cuando te vi
que regresabas, pero no entendí
por qué enseguida te oí decir
que tu intención sigue siendo partir,
y sin demora pasas a cumplir
tu anuncio y me dejas ahí,

 

sin esperanza con respecto a ti,
pero con la sorpresa de que así,
como te vi partir, también
te vi volver y te escuché muy bien
decir que nunca me ibas a dejar,
para después saber faltar

 

( … )

 

me abandonaste y desde aquella vez
partiste y regresaste más de diez
o veinte veces, y es que ya
perdí la cuenta y la velocidad
de tu continuo ir y venir se va
volviendo cada vez mayor.

 

( … )

 

Acá vení y, como ya te vas,
tu cara ya no se distingue más:
apenas en el corredor
se ve una larga franja del color
de tu vestido, es como un ciclón,
un huracán sin dirección,

 

un haz de luz cada vez más veloz,
ya nadie puede verte porque no hay
más que una tenue sensación,
una fugaz, sutil coloración
en las baldosas de aquel corredor,

 

(Les reservamos la sorpresa de cómo resuelve.)

 

Una pareja puede tener idas y venidas, pero cuando se dan a otro ritmo es trágico o gracioso.

 

Los hechos pueden acelerarse tanto que, de pronto, lo último ocurre primero. Llegamos a un bar, miramos la carta, pedimos algo, nos lo traen, pedimos la cuenta y nos vamos… a otro bar, dónde la secuencia se repite a más velocidad, y luego a otro y a otro, hasta que llegamos a uno en el que ya habíamos llamado y nos tienen la orden lista, y luego a otro en el que entramos pidiendo la cuenta a los gritos.

 

Los ejercicios: aclaración salvadora:

 

Pueden ser disparadores de grandes novelas en varios tomos, pero con cuatro renglones que resuelvan, nos damos por hechos (si no los escriben, pero son buenos contándolos en voz alta, también vale).

 

No hay obligación de participar.

Pero si lo hacen no vale tomárselo “en chiste”, decir mentiras, bromas.

Si no lo hacen: no se puede hacer otra cosa, y tampoco bromas sobre los que participan o sus intervenciones.

© Luis Pescetti