Eficacia del mensaje y efectos en la comunicación
Todo depende de:
1) Si uno es anfitrión o huésped.
2) Si uno está en lugar de poder, de ser fuerte, o en lugar débil, de pedir. No es cómo nos ve el otro: es cómo nos sentimos nosotros.
Huéspedes y anfitriones en la vida cotidiana
Creer tener la razón = Ser dueño de casa
Sentir que nuestra idea o punto de vista es correcto = Ser dueño de casa
La conversación entre dos puntos de vista incompatibles será una charla entre dos dueños de casa que tratan al otro como un huésped… pero ambos están sentados en el banco de una plaza, por usar una imagen.
Todo aquel que nos considere huéspedes y se presente como un anfitrión con un punto de vista superior, nos ofenderá.
A nadie le gusta sentirse el escalón inferior a un huésped, que es un refugiado humanitario.
Cuando alguien nos demuestra su razón, nos desaloja.
Solo se permiten chistes o argumentos irónicos desde un lugar de no-poder hacia el poder: si no, son pesadeces
Al presentar un argumento tener en cuenta:
– pensar si desalojamos al otro
– si tomamos su casa y lo convertimos en desalojado/refugiado
– si hacemos que su mansión/hogar dulce hogar se vea como una vivienda precaria, pequeña o ridícula
– pensar así: “en qué somos ricos”, o “en que nos vemos como ricos” (abundantes, imagen positiva, cancheros, más recursos, más cintura, más saber, etc.). Ese será el punto de resistencia en la aceptación de nuestro argumento, y entonces hay que desarticularlo
Ética del anfitrión, ética del huésped
Ética del huesped:
– honrar lo que recibió
– no “usar” al anfitrión
– ser agradecido con quienes lo ayudaron
– “no borrar los créditos” (quienes hicieron posible que…)
– dar a otro la misma ayuda que se recibió
Ética del anfitrión:
– estar atento a si está realmente “en su casa” o es “terreno neutro” (de ninguno de los dos) o “terreno en disputa” (donde el otro también se considera dueño de casa = que tiene la razón)
* no ser prepotente con el invitado
© Luis Pescetti