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(Letra y Música: Luis Pescetti)
Para escuchar la canción, click acá:
El cura de mi pueblo tenía un árbol
frente a la puerta de su iglesia.
Su árbol daba muchas piñas
que eran blandas y oscuras.
A la hora de la siesta
medíamos nuestros pies.
Armábamos bandos para la guerra,
juntábamos municiones,
así limpiábamos el frente
y la vereda de su iglesia.
La batalla un poco intensa, es verdad,
luego dejaba todo igual.
En lo mejor de la pelea,
él salía hecho una furia.
Nos hacía formar una fila y no sonaba
que venía a salvar nuestras almas.
Así entrábamos
a catecismo
a oír la palabra de Cristo.
Algo ocurría con el sermón
no se oía igual en su boca.
Era como la tabla del nueve,
para aprender de memoria.
Cielo por cielo, santo.
Santo por santo, gloria.
El cura de mi pueblo tenía un árbol
frente a la puerta de su iglesia.
Además tenía una larga caña
y pegaba en la cabeza
si alguno se movía o portaba mal,
tuve el honor de conocerla.
A mí una vez me pegó porque dije
mal una respuesta
que debe haber sido más importante
y valiosa que mi cabeza.
Que viva el árbol de húmedas piñas
de la puerta de la iglesia.
Que viva el árbol de largas batallas
que nunca nos lastimó.
¿Qué les daremos a niños chiquitos?
¿Qué les daremos que no haga mal?
© Luis Pescetti