Malaika

Luis en Canal 7 (Argentina)

(del cancionero No quiero ir a dormir)

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Un largo camino hasta «Malaika»

Yo creía que Malaika era una canción de cuna; la aprendí, como a tantos juegos, de Lucio Margulis. No la recordaba completa, apenas anotamos un poco de la fonética y la melodía. Hace un par de años recibí un mail de una familia, asombrada de encontrar su apellido como título de una novela, y es que ellos se llaman… «Frin». Nos encontramos en un bar. En las reuniones familiares cantaban una canción: Malaika. Me la enseñaron, así la completé y puse en la página, en el cancionero. Siempre convencido de que era una canción de cuna, hasta me parecía entender que decía «poupée» («muñeca», en francés).

Ayer, en la página, encontré un comentario de alguien que ofrecía la versión original. Le respondí entusiasmado, y le pregunté por qué sabía swahili; lo que transcribo a continuación es su respuesta (suprimí nombres completos y ciertos datos, para preservar la intimidad).

* * *

Luis: qué gusto recibir un correo tuyo…

Bueno, bueno, ya te escribo:

MALAIKA

Malaika, nakupenda Malaika
Malaika, nakupenda Malaika,
ningekuoa ndege, ningekuoa dada,
mashindano mali sinawe,
ningekuoa Malaika.

Fedha isasungue roho yangu,
fedha isasungue roho yangu
ningekuoa kidege, ningekuoa dada,
mashindano mali sinawe
ningekuoa Malaika…

Hay variantes del segundo párrafo que ya te envío mañana mismo. Hoy por la tarde me pongo a averiguarlas. Resulta que en M., hay una maestría en estudios africanos. Mi profesor de swahili se llama K., gracias a él fue que conocimos ésta y algunas otras canciones swahilis. Cuando murió su esposa de una enfermedad que se la llevó en 24 horas, lo único que podíamos ofrecerle a nuestro querido maestro fue una canción para su esposa. Era su canción preferida porque ellos batallaron mucho para casarse, para llegar a este país y para mantener a flote a sus hijos. De hecho, cuando aún vivían en Zaire, uno se les murió de hambre… Es triste ¿verdad? Fue por ello que te comenté de la alegría de mi maestro al saber que alguien, fuera de sus alumnos, también canta con cariño esta canción.

La traducción sería así:

Ángel, te amo, mi ángel;
quisiera casarme contigo, mi ángel.
Quisiera casarme contigo, hermana;
pero dinero es lo único que no tengo.
Quisiera casarme contigo, ángel.
El dinero hace menos a mi corazón,
el dinero (hace pequeño) a mi corazón.
Te amo, pajarito; te amo, hermana,
pero dinero es lo único que no tengo.
Quisiera casarme contigo, ángel.

En cuanto a por qué estudié ese idioma que me ha sido tan útil y que he tenido la nula oportunidad de practicar: Me dedico a investigar a la población negra de mi país y rastreando sus huellas hasta África fue que llegué a aquella maestría. De hecho el idioma no me es de utilidad pero tuve que estudiarlo, hablarlo, leerlo y escribirlo durante tres años si quería concluir el posgrado. Total, me gustara o no, el idioma me dio una llave única para compenetrarme en la manera de pensar, de sentir, de hablar, de comer y de imaginar de buena parte de los africanos. El dinero es algo que les ocupa buena parte de su mentalidad. A veces llega a ser un sentimiento descarnado, como se puede constatar si uno se da una vueltecita por allá, pero clarito me queda que el dinero en África puede ser la vida «y no tan solo vanidad»

Cambiando un poquito de tema. Gracias por tu libro «El ciudadano de mis zapatos». Reí y lloré al mismo tiempo. Me sentí identificada con la muerte del padre, la larga enfermedad, la agonía y el saber que uno se tiene que despedir aunque no quiera… en fin, gracias por hacerme llorar y reír. Hacía mucho que los sentimientos no se me revolvían como en agua de limón. Ya te escribo para enviarte las otras variantes de la canción. Un fuerte abrazo,

Nora

* * *

Patricia escribe:

¡Muy buenas!
Tratando de encontrar la partitura de Malaika para coro, he caído en la pieza que tocas con la guitarra. Muy bonita. No sabía que en Argentina se conociera esta canción.
Soy cordobesa, y viví cinco años en Kenya, donde aprendí el swahili «de cocina», como le llaman; es decir, el swahili que te enseña el personal que trabaja en la casa. Hasta hoy, y aunque no vivo más allí sino en Cataluña, me sirve para comunicarme cada vez que vuelvo a mi tan «kerida» Kenya. Allí fue que conocí la canción y su letra. He leído atentamente lo que te contó la señora mexicana sobre el significado del dinero en la vida de un africano. Muy acertado. Al respecto, me gustaría añadir algo más sobre la queja por el dinero en el caso de esta pieza: remite a la imposibilidad de casarse con ella fundamentalmente por no tener el dinero de la dote. La dote no suele ser dinero en efectivo, pero sí bienes. No estoy segura de que esto rija entre las clases acomodadas y urbanas; pero yo tengo un «hijo adoptivo» masai, a quien en su momento le ayudé a comprar una serie de cosas que le pedía su futuro suegro, entre otras, una vaca, unas mantas, etc.
Bien, ya sabes algo más sobre esa hermosa canción.
Un saludo.

***

Epílogo:
Mahler decía que la música no es, o no está, en las notas sino en los intervalos entre nota y nota. Lo mismo podríamos decir de las historias y de sus significados: no están en las anécdotas, sino en el espacio que hay entre una y otra. Algo parecido a las constelaciones que imaginamos al unir estrellas.
Un abrazo
Luis

tomado del boletín nº 6 del 07/09/2005

© Luis Pescetti