Estoy descompuesto

Un recurso muy eficaz e interesante es descomponer distintos rasgos de nuestra personalidad en distintos personajes., es otro modo de ejercitar el salir de nosotros y replantear nuestro punto de vista. Pues una cosa es cuando nosotros mismos somos quienes queremos ir a tal lado, pero nos haría llegar tarde a un evento al que también querriámos asistir. Esa contradicción entre dos cosas que nos gustan a nosotros atenúa el entusiamos de nuestros personajes interiores. Cuando lso separamos y cada uno sólo tiene un deseo y es total: ir a tal lado, y se encuentra con otro que tiene otro deseo: llegar a tiempo, cada personaje será más pasional o intenso en sus argumentos.

 

Como personas podemos tener momentos de nuestras vidas en las que hemos sido diferentes (de niños nos gustaba dormir en nuestro cuarto, de adolescentes en tienda de campaña y de adultos en un hotel cómodo…. de niños teníamos miedo a las arañas, de grandes: a quedarnos sin trabajo). Y en un mismo momento podemos tener intereses contradictorios: somos el que le gusta verse estilizado pero también el goloso.

 

Creamos tres personajes: uno que no quiere viajar, otro que quiere ir en tienda de campaña y otro que sólo acepta ir a un hotel: los tres deben decidir vacaciones juntos.

 

Dos compañeros de trabajo: uno le tiene miedo a las arañas y otro a perder el puesto. Comparten cubículo, están en ventanillas pegadas.

 

Podemos crear dos personajes: uno que es estilizado y otro al que le gusta comer, y a ellos les ocurre como a nosotros que convivimos en el mismo cuerpo. Ellos deberán convivir: en el mismo apartamento, en el mismo trabajo, en la misma familia, comer en la misma mesa, lo que sea.

 

Somos el que le cuesta arrancar, decidirse y salir de viaje, pero luego disfruta mucho. Bien, tenemos dos personajes uno que no le gusta salir ni arrancar del lugar y otro que disfruta los viajes y deben convivir, quizás dos hermanos, quizás un matrimonio.

 

Descompongan su persona, en distintos personajes, atribuyendo rasgos muy definidos de su personalidad a cada uno.

En nuestro interior tenemos muchas voces, una especie de reunión de vecindario, una multitud, nos gusta la música clásica, pero también el jazz, somos de izquierda, pero … (lo que vaya bien ahí) y cada personaje debe ser “puro” (nada de medias tintas o grises: mucho contraste) en sus rasgos. Uno para cada uno, o más bien un personaje para cada rasgo o para cada voz o deseo.

 

Nota: la condición es que estos personajes convivan, se rocen. Deban competir o colaborar por el mismo espacio, territorio, porción de pastel, amor, lo que sea:

 

* pueden ser de la misma familia

* compañeros de trabajo

* mismo restaurante, mismo viaje de crucero, mismas vacaciones, el del asiento de al lado en el avión, el del asiento de atrás en el cine…

* les toca compartir la mesa en el almuerzo

* van a tomar su asiento en el (tren, avión, etc.)  y les han dado la misma ubicación

* quieren rentar el mismo departamento

* llegan a un nuevo país, y queda una sola habitación en el mismo hotel

* inmigrantes recién llegados: el mismo puesto de trabajo

 

© Luis Pescetti