Sálvese quien pueda

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Grabado en el Gran Rex (BsAs, ARG), 29 de agosto 2015

Guitarra: Martín Telechanski, Bajo: Diego Pojomovsky, Clarinete y saxo: Martín Rur, Batería: Gabriel Spiller
Voz, guión y guitarra: Luis Pescetti

Video:
Grabación: Eric Barenboim, Milton Rodriguez, Emiliano Romero, Mariana Bugallo.
Edición: Eric Barenboim.

Audio: Martín Telechanski, grabación y mezcla. Franco di Saia, asistencia de grabación en el teatro.

teclados: Sebastián Monk, guitarra: Martín Telechanski, batería: Gabriel Spiller, bajo: Diego Pojomovsky

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Estaba soñando
con una playa
en un paraíso
rodeado de amigos.
Pasa un avión
y se le cae un martillo
me da en la cabeza
y acaba con la fiesta.

Me siento confundido,
«¿Cómo es posible:
un maldito martillo
desde un avión?».
Abro un ojo
y se mete la luz
como un pirata que grita:
«¡Al abordaje!».
Está el despertador
a full con su taladro.
Son las seis y media en la realidad.

Cierro los ojos
para huir al paraíso
regresar es imposible,
ya se evaporó.
No quiero ni moverme,
la cama está muy rica.
Son las seis y treinta y cinco en la realidad
Oigo un grito:
«Es hora de levantarse».
Son las seis y cuarenta en la realidad.
Asomo un pie
debajo de la colcha,
apoyo el otro
en el piso congelado.
Me pesa la cabeza,
me pesa todo el cuerpo.
Son las siete menos cuarto
en la realidad.

Sentado en la cama
me ponen la camisa,
con los ojos cerrados
me enchufan las medias.
Me pongo el pantalón
y caigo acostado.
Son las siete menos diez en la realidad.
Siento que me calzan
los zapatos y me llevan
hasta el baño, de repente
me distraigo y me sorprende
una grúa que deja
una taza que echa humo.
Estoy parado en el comedor.
Baja el café con leche
por el tubo de mi garganta.
Son las siete menos tres en la realidad.

La mochila en mi espalda
pesa una tonelada.
Vuelvo a dormirme
en el autobús que me lleva.
Me arrojan en la puerta
como a una bolsa de harina
Ya son las siete y cuarto en la realidad.
Entro al mismo patio
donde hay grito y alboroto,
pasa una hora, pasan dos
sin que me entere.
Recién a la tercera
como que abro los ojos
y empiezo, yo también,
a correr como loco.
No es el paraíso,
es la selva de la escuela.
Bienvenido a las nueve,
y sálvese quien pueda.

(c) by Luis Pescetti, 23-6-2003

© Luis Pescetti