Equivalencias

Quienes catan, cerveza, vinos, café, perfumes… utilizan equivalencias con sabores y olores conocidos para describir: madera, cítrico, frutos rojos, uvas, café, chocolate, vainilla, etc. De modo que pueden descomponer un sabor y describirlo con sabores que el oyente reconocerá. Cuando uno muerde un chocolate o toma ese café, o bebe ese vino primero impacta de tal manera, luego el gusto es… y cuando ya lo tragamos, deja un sabor… Y así tuvimos tres momentos del sabor.

Con las experiencias podemos hacer lo mismo: una tabla de equivalencias para experiencias básicas. Ejemplo:

 

triunfo

derrota

negociación

empate

sorpresa

repetición rutinaria

algo nuevo suena conocido

hecho único

satisfacción

placer

castigo

perdón

olvido

fastidio

aburrimiento

etc.

 

Nuestro juego consiste en atribuir ejemplos de nuestra vida personal en los que experimentamos eso. Decir “triunfo” es demasiado vago, impreciso, pero si ponemos una equivalencia ya queda mejor:

– como cuando Racing volvió a salir campeón luego de 60 años de no figurar en la tabla.

 

o el que quieran,

luego si ustedes dicen:

cuando vi que solté la bicicleta y mi hijo no se caía sentí triunfo (pif, no pasa nada)

pero si usan su tabla personal de equivalencias:

– cuando vi que solté la bicicleta y mi hijo no se caía sentí que Racing metía un gol (mejor aún si nombramos a un     jugador del equipo).

 

si decimos: “fue un encuentro frío, pasaron cosas, pero no tuvo gracia…” pif, otra vez: no transmite el sabor de la experiencia, pero vamos a nuestra tabla de equivalencias y reemplazamos:

 

Nos miramos a los ojos y ella me dijo: para beso, di uno… para caricia en la cabeza, di dos… si quieres ser     atendido más personalmente, aguarda, y una de mis primas…

 

Hagan una lista de experiencias, pueden servirse de la lista anterior, agregar o quitar, y luego atribuyan equivalencias, es decir ocasiones de su vida en las que ustedes experimentaron eso, ejemplos concretos (caso inverso: “cuando racing metió el gol, sentí que Juanita me daba un beso”, o bien: “cuando racing metió el gol, sentí que mi pibe no se caía de la bici”)

 

nota: eficacia de lo subjetivo

No hacemos foco en la objetividad de lo que vivimos, sino en cómo experimentamos lo que sucedió, esto abarca tanto lo físico, el hecho, como nuestro registro, cómo lo vivimos.

 

Paradójicamente muchas veces puede ser más eficaz contar nuestra subjetividad que hablar de hechos objetivos. Para que otros se conmuevan o resuenen o puedan entender nuestra experiencia. Esto es algo muy fácil de ver en un buen o un mal guión de cine o tv.

Si un personaje “declama” cómo se siente en determinado momento, será menos eficaz al transmitirlo, porque agrega una cuota de pensamiento, observación, juicio, sobre su propia experiencia, que nos hace sentir que no está sumergido en ella, la está observando.

Por el contrario, si somos capaces de escribir una escena en la que el personaje actúa de cierta manera debido a cómo se siente o lo que cree, nosotros como observadores nos identificaremos más, lo veremos sumergido en su situación. Y el narrador habrá sido más eficaz para comunicarnos qué le pasa.

 

Ejemplo:

 

  1. Un niño dice a cámara: me siento solo, y no muy bien, porque mis amigos no quieren venir a casa, y eso que tengo muchos juguetes que ellos no, y se los prestaría para que se diviertan.
  2. Vemos a un niño en un cuarto con muchos juguetes que hace dos llamadas, preguntando por otro niño y luego por si quiere venir.” Ah, bueno, otro día, entonces”. Se sienta en medio de su cuarto, no toca nada y mira la ventana con la vista perdida.

 

En el primer caso, la enunciación declamada fracasa en transmitirnos la sensación de la experiencia. Incluso ocupando el mismo tiempo, la segunda es más completa al transmitir el momento del chico. Y así más propicia a que nos identifiquemos, y entendamos empáticamente cuál es su experiencia, cómo vive su momento.

© Luis Pescetti